lunes, 23 de marzo de 2015

Communitates in missionem

Algún día os contaré qué tal es esta experiencia, porque formo parte de una de las comunidades de Madrid que han sido enviadas.

El Camino Neocatecumenal apuesta por las periferias

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miércoles, 9 de abril de 2014

Paternidad responsable (y VI) - Consecuencias en el matrimonio

Termino esta serie con este sexto artículo, en el cual quiero hacer referencia a la experiencia, tanto propia como recibida de otros matrimonios, con respecto a la aplicación o no de la paternidad responsable en la vida de un matrimonio cristiano. Para empezar como siempre, con las fuentes,  vamos a hacer referencia a dos textos: 
- De la encíclica Humanae VItae:  
 " Esta disciplina, propia de la pureza de los esposos, lejos de perjudicar el amor conyugal, le confiere un valor humano más sublime. Exige un esfuerzo continuo, pero, en virtud de su influjo beneficioso, los cónyuges desarrollan íntegramente su personalidad, enriqueciéndose de valores espirituales: aportando a la vida familiar frutos de serenidad y de paz y facilitando la solución de otros problemas; favoreciendo la atención hacia el otro cónyuge; ayudando a superar el egoísmo, enemigo del verdadero amor, y enraizando más su sentido de responsabilidad. Los padres adquieren así la capacidad de un influjo más profundo y eficaz para educar a los hijos; los niños y los jóvenes crecen en la justa estima de los valores humanos y en el desarrollo sereno y armónico de sus facultades espirituales y sensibles." (HV 21)
- Y en la Escritura encontramos la siguiente frase de San Pablo.
"No os neguéis el uno al otro sino de mutuo acuerdo, por cierto tiempo, para daros a la oración; luego, volved a estar juntos, para que Satanás no os tiente por vuestra incontinencia."  (1 Co 7, 5)
 A partir de estos dos textos, me gustaría hacer las siguientes reflexiones.
1.- Los matrimonios cristianos tenemos a nuestra disposición un Magisterio eclesial muy claro con respecto al tema, que todos deberían conocer en profundidad. Es más, yo creo que debería ser de obligado cumplimiento para todos la lectura completa de la Humanae Vitae como parte de su formación prematrimonial.

2.- Sería de mucha ayuda que los presbíteros que asisten a las comunidades cristianas tuvieran una formación suficiente como para poder dar criterios claros a los cristianos cuando son requeridos para ello. No voy a generalizar, porque sería injusto,  pero en mi experiencia propia y de los matrimonios con los que he hablado, bastantes presbíteros o no tienen la formación necesaria o no tienen las ideas lo suficientemente claras; a lo mejor es solo mi caso, pero me ha sido muy difícil encontrar a uno que sea capaz de darte una ayuda real, un criterio concreto que, respetando el fuero interno del matrimonio, sirva de ayuda a los esposos. Por misericordia de Dios yo sí lo he encontrado, pero es muy triste no poder recibir un consejo, sobre todo cuando un matrimonio atraviesa dificultades serias, y acuden a su pastor en busca de ayuda.

3.- El uso correcto de los métodos naturales fortalece la comunión en el matrimonio. Porque es necesario un discernimiento común, es necesario valorar las necesidades del otro, y es necesaria una "ascética", una castidad conyugal, que redunda en beneficio de los dos, y por añadidura, de los hijos.

4.- El desconocimiento del Magisterio ha provocado un sinnúmero de sufrimientos innecesarios. Cuántas veces un matrimonio que está atravesando problemas serios del tipo que sea, y no tiene claro lo que dice la Iglesia, en su recta intención acaba acudiendo a la abstinencia permanente. Como hemos visto en la carta a los Corintios, no es bueno que se alargue en el tiempo por la tentación que puede provocar para cualquiera de los esposos. A pesar de que un célibe tiene una llamada a vivir esa castidad permanente, no es así en un matrimonio, y cuando se alarga la abstinencia se pierde el aspecto unitivo que es vital en la relación conyugal. Incluso en casos extremos puede poner a cualquiera de los conyuges en tentaciones mucho peores (adulterio, prostitución, etc.)

5.- De la misma forma, también se puede producir, y de hecho se produce a veces una situación terrible, que es el resentimiento entre los conyuges, porque tienen miedo de un nuevo embarazo, o que no se sienten comprendidos el uno por el otro. Se levanta un muro de incomprensión y de rencor entre ellos, y esa ruptura interior es muy peligrosa, para el matrimonio y para los hijos.
No me alargo más. Como decía en un comentario anterior, no es mi intención enseñar los aspectos "técnicos" de los métodos naturales, sino fomentar el conocimiento profundo de lo que dice la Iglesia, para ayudarnos a todos a vivir su matrimonio en mayor plenitud. 

Cuando vas profundizando en lo que dice el Magisterio, te das cuenta de que la Iglesia es MADRE, vela por sus hijos, y no pide algo imposible. 

También tengo que decir que es una enorme ayuda compartir la fe con otros hermanos que pasan por las mismas situaciones. La Comunidad Cristiana viene en ayuda de los matrimonios de manera trascendental.

Que el Señor nos ayude a todos.


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lunes, 31 de marzo de 2014

Paternidad Responsable (V) - Graves motivos

Después de todo lo visto hasta ahora, parece claro que la clave de la utilización de los métodos naturales (para espaciar los nacimientos) pasa por el discernimiento del matrimonio sobre los "graves motivos". Esta expresión, que es la que literalmente utiliza la Humanae Vitae, nos indica a primera vista que no vale cualquier motivo; que debe ser un motivo grave. Pero lo llamativo es que ni la HV, ni la Gaudium et Spes, ni ningun otro documento del Magisterio que yo conozca, reflejan un "listado" de motivos graves. Es decir, la Iglesia NO dice específicamente cuáles son o no son motivos justificados para espaciar los nacimientos. ¿Por qué?

Este asunto es muy subjetivo, y quiero dejar perfectamente diferenciado lo que dicen los documentos magisteriales de lo que es mi propia interpretación, para no dar lugar a equívocos. Así que, como siempre, empecemos por las fuentes:   

-  "[Los conyuges] con responsabilidad humana y cristiana cumplirán su misión y con dócil reverencia hacia Dios se esforzarán ambos, de común acuerdo y común esfuerzo, por formarse un juicio recto, atendiendo tanto a su propio bien personal como al bien de los hijos, ya nacidos o todavía por venir, discerniendo las circunstancias de los tiempos y del estado de vida tanto materiales como espirituales, y, finalmente, teniendo en cuanta el bien de la comunidad familiar, de la sociedad temporal y de la propia Iglesia. Este juicio, en último término, deben formarlo ante Dios los esposos personalmente. En su modo de obrar, los esposos cristianos sean conscientes de que no pueden proceder a su antojo, sino que siempre deben regirse por la conciencia, lo cual ha de ajustarse a la ley divina misma, dóciles al Magisterio de la Iglesia, que interpreta auténticamente esta ley a la luz del Evangelio." (GS 50)
-  "En relación con las condiciones físicas, económicas, psicológicas y sociales, la paternidad responsable se pone en práctica ya sea con la deliberación ponderada y generosa de tener una familia numerosa ya sea con la decisión, tomada por graves motivos y en el respeto de la ley moral, de evitar un nuevo nacimiento durante algún tiempo o por tiempo indefinido."  (HV 10).
- "Por consiguiente, si para espaciar los nacimientos existen serios motivos, derivados de las condiciones físicas o psicológicas de los cónyuges, o de circunstancias exteriores, la Iglesia enseña que entonces es lícito tener en cuenta los ritmos naturales inmanentes a las funciones generadoras para usar del matrimonio sólo en los periodos infecundos y así regular la natalidad sin ofender los principios morales que acabamos de recordar "(HV 16)
- "Una práctica honesta de la regulación de la natalidad exige sobre todo a los esposos adquirir y poseer sólidas convicciones sobre los verdaderos valores de la vida y de la familia, y también una tendencia a procurarse un perfecto dominio de sí mismos. El dominio del instinto, mediante la razón y la voluntad libre, impone sin ningún género de duda una ascética, para que las manifestaciones afectivas de la vida conyugal estén en conformidad con el orden recto y particularmente para observar la continencia periódica. " (HV 21)
Hasta aquí la parte del Magisterio de este artículo, que nos da unas cuantas indicaciones claras. A partir de aquí, lo que yo interpreto, que someto en caso de error a lo que la Santa Iglesia diga. En todo caso, es una opinión fundada en la experiencia personal y en los testimonios de otros matrimonios en circunstancias similares.
Punto 1: Cada matrimonio es diferente. La experiencia dice que en una circunstancia aparentemente similar, dos matrimonios distintos pueden discernir que tienen graves motivos, o que no los tienen, para decidir espaciar el nacimiento de un futuro hijo. Y los dos pueden estar haciendo la voluntad de Dios a pesar de que sus decisiones sean contrapuestas. Porque hay circunstancias internas del matrimonio que no se pueden conocer desde fuera. Incluso pueden discernir que efectivamente existen en su caso motivos graves para espaciar un nuevo nacimiento, y aun así decidir abrirse a la posibilidad de que venga un nuevo hijo. Si es una decisión consciente y libre, consensuada en la pareja, seguirá siendo tan válida como las otras dos opciones planteadas.
Punto 2: La decisión debe ser de común acuerdo. El discernimiento del matrimonio para este asunto (y para tantos otros) es complementario. Muchas veces lo que no ve un conyuge lo ve el otro, pero sobre todo, no debe imponerse el criterio de uno de los conyuges sobre el otro.
Punto 3: No es un discernimiento definitivo, sino dinámico. Debe ir haciéndose a lo largo de la vida matrimonial, porque las circunstancias van cambiando, y lo que ayer pudo ser considerado un motivo grave posteriormente puede cambiar y se debe volver a valorar la situación, y a discernir dentro del matrimonio. Se me ocurre un caso que sirva para ilustrarlo. Por ejemplo, la necesidad de atender la enfermedad terminal de un padre anciano puede hacer discernir a un matrimonio concreto que se debe esperar. Si posterioremente el anciano padre fallece, obviamente las circunstancias del matrimonio cambian, y deben discernir de nuevo.
Punto 4: La paternidad responsable se practica por medio de la continencia periódica, es decir, exige del don de la templanza para practicar la castidad matrimonial. Ese esfuerzo es en sí mismo beneficioso para el matrimonio. Por mi propia experiencia, debo confirmar lo que dice la Iglesia respecto al influjo positivo que supone la templanza que requiere una paternidad responsable. Yo mismo puedo dar testimonio de que el esfuerzo por poner en practica lo que se ha discernido, genera un beneficio enorme para el matrimonio, incrementando la comunión entre los conyuges.
y Punto 5: Aunque en algún momento pueda haber un discernimiento erróneo por parte de los conyuges, la vida de fe en comunidad ayudará a los esposos a descubrir los posibles fallos, si es que se producen. Los sacramentos y el influjo del Espíritu Santo ayudan a los conyuges a buscar siempre la voluntad de Dios, y por tanto a repensar las decisiones tomadas. Obviamente, en caso de duda, los conyuges pueden pedir consejo a alguien (un sacerdote, unos catequistas, etc.) que podrán ayudar a iluminar, pero la decisión, para que sea como la Iglesia quiere, debe ser tomada por los conyuges.
A modo de conclusión, yo creo que no hay que tener "todos los hijos que Dios nos mande", sino "todos los hijos que Dios quiera que tengamos", que parece lo mismo pero no lo es. En algunos casos serán muchos, en otros casos pocos, y en algunos casos uno o ninguno. Lo importante no es que sean muchos, sino que sean los que Dios quiere para esa familia concreta. 
"Lo que Dios quiera, como Dios quiera, cuando Dios quiera" (Santa Maravillas de Jesús) 

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