miércoles, 19 de marzo de 2014

Paternidad responsable (II)

Vamos con una segunda fuente fundamental. La carta encíclica más importante escrita a este respecto es la Humanae Vitae  que presentó el papa Pablo VI en el año 1968. En mi opinión es un documento que todos los matrimonios católicos deberían leer y conocer en profundidad, puesto que pone de manifiesto la postura del Magisterio de la Iglesia sobre un punto crucial en su vida matrimonial. 
 
La historia de esta encíclica es muy interesante y da para un artículo entero, pero solo comentaré un detalle: fue la última encíclica que escribió este Papa, a pesar de que todavía estuvo diez años más en el cargo. Y lo que se auguraba en la encíclica, se ha ido cumpliendo en la historia con penosa puntualidad.
 
En relación a la paternidad responsable dice:
 
"Por ello el amor conyugal exige a los esposos una conciencia de su misión de "paternidad responsable" sobre la que hoy tanto se insiste con razón y que hay que comprender exactamente. Hay que considerarla bajo diversos aspectos legítimos y relacionados entre sí. 
 
En relación con los procesos biológicos, paternidad responsable significa conocimiento y respeto de sus funciones (1); la inteligencia descubre, en el poder de dar la vida, leyes biológicas que forman parte de la persona humana. 
 
En relación con las tendencias del instinto y de las pasiones, la paternidad responsable comporta el dominio necesario que sobre aquellas han de ejercer la razón y la voluntad (2)
 
En relación con las condiciones físicas, económicas, psicológicas y sociales, la paternidad responsable se pone en práctica ya sea con la deliberación ponderada y generosa de tener una familia numerosa ya sea con la decisión, tomada por graves motivos y en el respeto de la ley moral, de evitar un nuevo nacimiento durante algún tiempo o por tiempo indefinido (3)
 
La paternidad responsable comporta sobre todo una vinculación más profunda con el orden moral objetivo, establecido por Dios, cuyo fiel intérprete es la recta conciencia(4). El ejercicio responsable de la paternidad exige, por tanto, que los cónyuges reconozcan plenamente sus propios deberes para con Dios, para consigo mismo, para con la familia y la sociedad, en una justa jerarquía de valores. 
 
En la misión de transmitir la vida, los esposos no quedan, por tanto, libres para proceder arbitrariamente, como si ellos pudiesen determinar de manera completamente autónoma los caminos lícitos a seguir, sino que deben conformar su conducta a la intención creadora de Dios (5), manifestada en la misma naturaleza del matrimonio y de sus actos y constantemente enseñada por la Iglesia" (Humanae Vitae 10).
 
Cuatro puntos a tener en cuenta:
 
   (1) Hay que conocer las "leyes biológicas" que regulan la fecundidad. Eso significa conocer los ritmos del cuerpo, sabiendo cuándo y en qué circunstancia la relación conyugal puede dar lugar o no a un nuevo embarazo. Un pilar de la paternidad responsable es este conocimiento, que permitirá al matrimonio, en función del discernimiento realizado, poner en práctica su decisión sin acudir a medios contrarios a la moral católica. 
 
   (2) Esta parternidad responsable se ejerce a través del don de la templanza, del dominio de sí, de manera que la razón y la voluntad sometan las actitudes del instinto, que muchas veces están guiadas solo por la concupiscencia. 

Este es el tercer pilar de este asunto: Un asunto de esta gravedad no debe estar condicionado por los impulsos del instinto.
 
   (3) El matrimonio debe ponderar seriamente las circunstancias de su familia, de su matrimonio, de las diversas condiciones económicas, psicológicas, sociales, etc. y valorar si hay graves motivos que aconsejen espaciar un nuevo embarazo o evitarlo indefinidamente.
 
   (4 y 5) La recta conciencia, la conciencia bien formada, ayudará a discernir, de manera que, en esta fundamental decisión, no solo influya la interpretación personal de los conyuges, sino que deben buscar seriamente cuál es la Voluntad de Dios para sus vidas en este concreto asunto.
 
 
Como podéis observar, hasta ahora en los dos textos magisteriales que hemos visto, la Iglesia no propugna una familia lo más grande posible, sino que indica que cada matrimonio debe DISCERNIR cuál es la voluntad de Dios, y tratar de ponerla en práctica en cuanto a la paternidad. 

Resumiendo, hasta aquí, tres pilares: 
-  Discernimiento
-  Conocimiento
-  La voluntad domina el instinto. 

Continuará.

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